CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Estudian el riesgo cardiovascular asociado a las terapias hormonales de reasignación de género

Es un trabajo de un equipo de investigación del CONICET que se realizó sobre un modelo animal de hipertensión. Demostró que el tratamiento con estrógenos para desarrollar características femeninas no afecta la presión arterial y mantiene la estructura y el estrés oxidativo del corazón, pero utilizando mecanismos compensatorios. Además, empeora el perfil lipídico, es decir el colesterol y otras grasas en sangre. Enfatizan la necesidad de realizar controles cardiológicos regulares en las mujeres transgénero


El equipo del CIC a cargo del estudio. Fotos: CONICET Fotografía/R. Baridón.
El equipo del CIC a cargo del estudio. Fotos: CONICET Fotografía/R. Baridón.
El equipo del CIC a cargo del estudio. Fotos: CONICET Fotografía/R. Baridón.
El equipo del CIC a cargo del estudio. Fotos: CONICET Fotografía/R. Baridón.

En un estudio de reciente publicación en la revista científica Journal of Molecular Medicine, un equipo de investigadoras e investigadores del CONICET en el Centro de Investigaciones Cardiovasculares (CIC, CONICET-UNLP) aportó nuevos datos sobre los efectos que las terapias hormonales de reasignación o afirmación de género producen sobre la salud cardiovascular de pacientes transgénero. El trabajo se realizó en un modelo animal con hipertensión como patología de base, en el que se emuló el reemplazo hormonal estrogénico, es decir una terapia con estrógenos –hormonas sexuales femeninas–, para evaluar su impacto cardiovascular.

“En las mujeres los estrógenos son cardioprotectores, es decir que contribuyen a disminuir el riesgo de desarrollar un evento cardiovascular adverso y a preservar la función del músculo cardíaco. Ese efecto se da durante la edad fértil, mientras que, en la menopausia, momento en que disminuye la cantidad de estrógenos circulantes en el organismo, se suelen realizar distintas terapias para compensar esa ausencia y generar el efecto cardioprotector. Sin embargo, en el caso de las pacientes trans, hay reportes que dan cuenta de un mayor riesgo cardiovascular asociado a las terapias estrogénicas de reasignación de género. Esto indica que hay algo en ese tratamiento que hace que los estrógenos no sean tan eficientes como lo son en las mujeres cisgénero”, comenta Romina Gisel Díaz, investigadora del CONICET en el CIC y una de las autoras de la publicación.

Para el estudio de reciente publicación, el equipo utilizó tres grupos de ratas de laboratorio a los que les asignó distintas características: un grupo control de ratas macho hipertensas; un modelo de supresión de testosterona (hormona masculina), compuesto por ratas macho hipertensas y gonadectomizadas, es decir sin sus gónadas; y un tercer grupo de ratas hipertensas, también con las gónadas extirpadas, a las que se les aplicó un tratamiento con estrógenos durante un mes para provocar la transición de machos a hembras. Sobre esos grupos, y a lo largo de tres meses, se evaluaron en cada caso todas las respuestas a la hipertensión, como los cambios en la función y la contractilidad cardíaca y otros parámetros relacionados con factores de riesgo cardiovascular: “Usamos un modelo de hipertensión, en primer lugar, porque la mayoría de los reportes dicen que las terapias hormonales no tienen efectos inmediatos en un estado de normotensión, es decir con presión arterial dentro de los parámetros. Necesitábamos tener esa patología de base para evaluar el impacto. Y, por otro lado, es también interesante porque alrededor de la mitad de la población es hipertensa, pero como es una enfermedad silenciosa, las personas son diagnosticadas tardíamente, cuando los síntomas cardiovasculares se han desarrollado”, apunta Díaz.

Los resultados indican que en lo que refiere a los índices lipídicos, que miden los niveles de grasas en la sangre, como el colesterol total, “malo” (LDL) y “bueno” (HDL) y los triglicéridos, los parámetros varían entre los tres grupos: en el segmento de ratas gonadectomizadas el riesgo cardiovascular es mayor, porque supera significativamente el límite máximo permitido para los índices HDL/LDL y HDL/triglicéridos, y, además, el colesterol total como factor de riesgo está muy elevado en las ratas que recibieron el tratamiento estrogénico. “Esto indica que las dos intervenciones, tanto la supresión de gónadas como la reasignación de género luego de la supresión, generan un riesgo cardiovascular. En el caso del tratamiento con estrógenos, aumentan la acumulación de grasa y el colesterol”, comenta la experta.

A la hora de evaluar la función cardíaca, el equipo pudo determinar que el tratamiento con estrógenos no mejora la hipertrofia, es decir el engrosamiento del corazón, “y esto es curioso porque en las mujeres estas hormonas sí tienen efectos antihipertrofiantes. Lo que encontramos acá es que en el grupo con gonadectomía se reduce la hipertrofia, pero al agregar los estrógenos, esto se revierte y esa característica vuelve a seguir el camino que tenía con la testosterona”, subraya Díaz. Por otra parte, con relación a otros parámetros, como la contractilidad y rigidez del músculo cardíaco, no se encontraron cambios significativos a corto plazo, aunque sí se observa una menor fuerza de contracción vinculada a una alteración en la expresión de proteínas implicadas en el manejo del calcio del corazón, lo que puede determinar el desarrollo de una insuficiencia cardíaca a futuro.

“Todos los parámetros contráctiles que se deterioran o varían con la gonadectomía vuelven a ser similares a los del grupo control luego de la adición de estrógenos, es decir que regresan a la condición patológica de base del macho. Lo mismo ocurre con el estrés oxidativo del corazón, que vuelve a un estado de equilibrio, pero usando mecanismos compensatorios, esto es con el organismo haciendo todo lo posible por sostener una función normal. Esa situación es una bomba de tiempo, e indica que la terapia hormonal no está generando el efecto cardioprotector esperado, sino que está sosteniendo el deterioro de la función esperable para el macho”, explica.

Desde el equipo concluyen en que la terapia estrogénica de reasignación de género supone un riesgo cardiovascular, pero aclaran que el estudio de ningún modo busca desalentar su realización, sino alertar, concientizar e inculcar la necesidad de mantener controles cardiológicos exhaustivos pre y post tratamiento: “No ponemos en valor los motivos por los que una persona se somete a este tipo de terapias, que desde ya son súper beneficiosas para la salud mental y la mejora en la calidad de vida porque reducen el malestar que se siente cuando la identidad de género no coincide con el cuerpo y el sexo asignado al nacer. Es muy importante desde lo psicológico y emocional, pero requiere cuidados médicos regulares”, destaca Díaz.

A futuro, el grupo se entusiasma con la posibilidad de aplicar el modelo ya validado al estudio del impacto cardiovascular de las terapias de testosteronización, es decir a base de testosterona –hormona claves para el desarrollo de las características sexuales masculinas–, haciendo foco particularmente en su efecto sobre las arritmias cardíacas, otro factor de alto riesgo en personas con hipertensión.

Referencia bibliográfica:

Escudero, D. S., Martínez, V. R., Pirosanto, Y., Colareda, G. A., Diez, M. P., Lofeudo, J. M., ... & Díaz, R. G. (2025). Cardiovascular risk of gender-affirming estrogen therapy in a transgender rat model. Journal of Molecular Medicine, 1-13. DOI: https://doi.org/10.1007/s00109-025-02577-2

Por Marcelo Gisande.