CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Con ADN antiguo, explican cómo fue la domesticación en Sudamérica y la distribución mundial del conejillo de Indias

Más de 20 investigadores de ocho países, entre ellos un experto del CONICET, reconstruyeron su historia evolutiva, la relación con los humanos y los usos que le dieron  


Conejillo de Indias. Foto E. van Herk 2004.
Miguel Delgado en sitios arqueológicos de Soacha, Bogotá, Colombia. Foto: gentileza investigador.
Piezas arqueológicas de Cavia porcellus. Foto: gentileza investigador.

Se lo conoce como cuy, cuis o conejillo de Indias –nombre que le dieron en Europa a mediados del siglo XVI cuando llegó proveniente de la actual América del Sur a través de las distintas expediciones– y es un roedor que posee una larga historia conjunta con los humanos que comenzó hace alrededor de 10 mil años en el norte de los Andes, actualmente Colombia. Éste y otros datos son resultado de un minucioso estudio realizado por 23 expertos de ocho países que acaba de ser publicado en la revista Scientific Reports, en el que en base a análisis de muestras de ADN antiguo de la especie lograron establecer cómo fue su proceso de domesticación, de qué manera se dispersó al interior de nuestro continente y el Caribe, así como por otras regiones del mundo, y cuáles fueron los distintos usos que le dieron las sociedades prehispánicas sudamericanas y algunas europeas recientes. Del equipo formó parte un investigador del CONICET La Plata que se desempeña como docente en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP).

El estudio fue llevado a cabo por investigadores de Argentina, Bélgica, Canadá, Colombia, España, Estados Unidos, Irlanda y Nueva Zelanda y se basó en el análisis del genoma mitocondrial completo, es decir un segmento de las mitocondrias –estructuras contenidas en el citoplasma, parte de las células que rodea al núcleo, y que generan energía–, de 46 cuises hallados en 26 sitios arqueológicos de Bolivia, Colombia, Perú y diferentes islas del Caribe, y de muestras históricas de ejemplares alojadas en museos de Bélgica y Estados Unidos.

“El ADN antiguo se utiliza mucho en la actualidad para conocer diferentes aspectos de la evolución humana, así como de otras especies animales. Este último enfoque permite entender cómo fueron los procesos de domesticación; translocación, es decir el traslado de especies desde su contexto salvaje a otro con el objetivo de domesticarlas; y distribución, lo que tiene relevancia porque nos ayuda a entender no solamente dichos procesos sino también su relación con la historia de dispersión de los grupos humanos y su interacción, y su subsistencia prehistórica a partir del uso que se le daba a estos animales, ya sea como alimento, compañía o a nivel religioso, como parte de rituales”, cuenta Miguel Delgado, el investigador del CONICET que formó parte de la investigación. “El mitogenoma contiene una cantidad de información detallada que nos permite reconstruir diferentes eventos ambientales, poblacionales, de domesticación y dispersión que quedan allí registrados”, agrega.

Los expertos compararon los mitogenomas completos de los distintos ejemplares para hallar similitudes y diferencias genéticas entre ellos. Una primera conclusión a la que pudieron llegar es que su historia evolutiva fue un proceso más complejo de lo que se pensaba: “Las técnicas que se usaban hace tiempo para la identificación de especies se basaban en mediciones morfológicas, utilizando por ejemplo elementos óseos para diferenciar una de otra, lo cual no es del todo preciso porque existen similitudes en la forma pero no así a nivel molecular. Nosotros encontramos, gracias a la potencia del método empleado, que especímenes asignados a Cavia porcellus –el nombre de la especie mayormente domesticada de cuises– en realidad pertenecían a otra más antigua, con un centro de domesticación independiente”.

Los ejemplares más antiguos fueron encontrados en Colombia (datan de unos 9 mil años atrás) y Perú (8 mil años). “Esto es interesante porque nos sugiere una relación antigua entre esta especie y los humanos. El estudio también indica que la subsecuente domesticación generalmente se dio de forma paralela al desarrollo de la agricultura en algunas regiones, es decir cuando las sociedades antiguas pasaron de un sistema de subsistencia basado en la caza y recolección a otro de producción de alimentos, asociado a lo cual comenzaron a domesticar animales”, comenta Delgado. Las muestras analizadas en los sitios colombianos aportan dos datos adicionales destacados: por un lado, no coinciden genéticamente con las de otros lugares, se trata de otra especie distinta que pudo haber sido el ancestro de las demás, lo que indica que hubo un centro de domesticación independiente, donde la dinámica de uso y domesticación fue distinta; y, por otro, los hallazgos de restos de cuises en tumbas de sitios más tardías dan la pauta de que allí eran utilizados también como parte de rituales religiosos, como ofrendas.

Según cuenta el profesional, las halladas en Perú sí pertenecen a C. porcellus y coinciden genéticamente con las identificadas en el Caribe. “Si bien tenemos que contrastarlo con estudios adicionales, esto nos arroja un dato trascendente, ya que hablaría de la primera evidencia de contactos entre las sociedades prehispánicas del centro de Sudamérica y el Caribe, teniendo en cuenta que la única manera de que estos animalitos llegaran hasta allí era a través del ser humano, es decir por medio de dispersiones, redes amplias de comercio, entre otras cosas. Sobre esta relación se ha especulado mucho y si bien hay algunas coincidencias en estilos cerámicos, el presente hallazgo a nivel genético permitiría confirmar que los contactos interregionales eran más comunes de lo que pensábamos y que la historia de los desplazamientos humanos al interior del continente fue más compleja”, destaca.

Ese proceso de translocación se dio también con destino a Europa y América del Norte. Las muestras belgas y norteamericanas datan de los siglos XVI-XVII y XIX, respectivamente, y coinciden genéticamente con las del norte de Perú. Según subraya Delgado, esto está asociado a que en tiempos de la colonia algunos puertos americanos fueron foco importante de salida de los valiosos recursos de estas tierras: “En ese contexto de saqueo, hubo translocación de especies también, y estos animalitos fueron transportados en principio para su uso como mascotas, porque son estéticamente llamativos, y luego con fines experimentales en investigación médica generalmente. Se sabe que es una especie muy utilizada en laboratorios, y eso comenzó en Europa, donde le dieron el nombre de conejillo de Indias”, ya que así se referían los conquistadores a nuestro continente.

Para finalizar, Delgado destaca que en ciertas regiones del norte y centro de América del Sur, así como en algunas islas del Caribe, el cuis fue reintroducido, lo que indica también cambios recientes respecto de su uso con fines alimenticios.

Por Marcelo Gisande.

Referencia bibliográfica:

Lord, E., Collins, C., deFrance, S. et al. Ancient DNA of Guinea Pigs (Cavia spp.) Indicates a Probable New Center of Domestication and Pathways of Global Distribution. Sci Rep 10, 8901 (2020). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-020-65784-6

Sobre investigación:

Miguel Delgado. Investigador adjunto. FCNyM, UNLP.

E. Lord. Universidad de Otago, Nueva Zelanda.

C. Collins. Universidad de Otago, Nueva Zelanda.

M. J. Le Febvre. Museo de Historia Natural de Florida, Estados Unidos.

F. Pigière. Universidad de Dublin, Irlanda.

S. de France. Universidad de Florida, Estados Unidos.

P. Eeckhout. Universidad Libre de Bruselas, Bélgica.

C. Erauw. Universidad Libre de Bruselas, Bélgica.

S. Fitzpatrick. Universidad de Oregon, Estados Unidos.

P. F. Healy. Universidad Trent, Ontario, Canadá.

M. F. Martínez-Polanco. Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), España.

J. L. Garcia. Universidad de Florida, Estados Unidos.

E. Ramos Roca. Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia.

A. Sánchez Urriago. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Bogotá, Colombia.

G. Peña Léon. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.

J. M. Toyne. Universidad de Florida Central, Orlando, Estados Unidos.

A. Dahlstedt. Universidad de Arizona, Estados Unidos.

K. Moore. Universidad de Pensilvania, Estados Unidos.

C. Laguer Diaz. Universidad de Florida, Estados Unidos.

C. Zori. Universidad Baylor, Estados Unidos.

E. Matisoo-Smith. Universidad de Otago, Nueva Zelanda.

M. Zierden. Museo Charlestown, Estados Unidos.

E. J. Reitz. Universidad de Georgia, Estados Unidos.