CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD
Científicas del CONICET estudian los mecanismos de las infecciones urinarias en embarazadas
Trabajan en colaboración con el Hospital Español de La Plata. Es una afección que puede provocar abortos espontáneos o partos prematuros
Si bien las estimaciones internacionales –que Argentina también refleja– indican que entre el 8 y el 15 por ciento de las embarazadas sufre algún tipo de infección del tracto urinario (ITU) de diferente severidad, por obvias razones es casi imposible observar y estudiar el proceso infeccioso en sí mientras se desarrolla, algo que constituye una traba importante a la hora de pensar tanto en nuevas herramientas para detectarla en etapas tempranas como en tratamientos para su cura. De ese porcentaje de mujeres afectadas, algunas no tienen ningún síntoma y nunca llegan a saber siquiera que atravesaron una ITU, y otras sienten ardor al orinar y demás molestias típicas y deben ser tratadas con unos pocos antibióticos permitidos para su estado. Lo grave es que cualquiera de ellas, asintomáticas o no, puede derivar en formas más graves que van desde una afección renal hasta un aborto espontáneo o parto prematuro, dependiendo de si sucede antes o después de la semana 20 de gestación.
“En este momento estamos estudiando específicamente el rol de una toxina llamada alfa hemolisina (HlyA), secretada por las cepas más virulentas de Escherichia coli, la bacteria responsable del 80 por ciento de los casos de ITU”, explica Vanesa Herlax, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata “Prof. Dr. Rodolfo R. Brenner” (INIBIOLP, CONICET-UNLP). El grupo que lidera trabaja en colaboración con el Servicio de Obstetricia del Hospital Español de La Plata, que les provee membranas fetales post cesáreas, con los debidos consentimientos firmados por parte de las donantes. “Trabajamos con esas estructuras que son las que sostienen y protegen al embrión, y las enfrentamos con HlyA para evaluar qué cambios les produce y si están relacionados con la causa de su ruptura temprana”, continúa la especialista.
Los ensayos consisten, específicamente, en simular una ITU durante el embarazo. Desde el momento de la cesárea hasta que la muestra está en el laboratorio lista para comenzar el experimento, pueden pasar dos horas como máximo. “Necesitamos que esté lo más fresca e intacta posible para que las células se mantengan activas”, explica Melisa Pucci Molineris, becaria del CONICET en el INIBIOLP. El tejido es colocado en un sistema de cultivo con una doble cámara en la que de un lado queda expuesto el amnios, que es la parte interna, es decir la que mira hacia el bebé, y del otro el corion, la cara contraria, en contacto con el endometrio del útero. En esta última superficie se aplica directamente la toxina, imitando una infección por vía vaginal. El paso siguiente es observar y analizar lo que va sucediendo: qué procesos se desatan, hasta dónde llega la acción de HLyA y cómo responde la membrana.
“Los resultados preliminares nos muestran que ya en las primeras 24 horas se registra cierta distorsión de la estructura normal de la membrana”, relata Pucci Molineris, y continúa: “La toxina se une al corion y causa la lisis de algunas células, es decir su ruptura y liberación del contenido, provocando su muerte. También se ve una disminución del colágeno, que es lo que otorga resistencia a las membranas fetales, y un aumento de edema celular, que significa que las células se hinchan porque están incorporando agua, algo que no corresponde”. Todos estos cambios se acompañan con otros a nivel molecular, como el aumento de ciertas enzimas involucradas en la contracción del útero y la dilatación de su cuello, entre otros fenómenos asociados al parto. “Son las alteraciones que, en condiciones normales y a término, se desatan naturalmente para provocar la ruptura de la bolsa y desencadenar el alumbramiento. En este caso, vemos que se producen pero a pequeña escala y de manera incipiente como consecuencia del contacto con la toxina y mucho antes de que puedan ser detectables en una paciente”, agrega la becaria.
Asociado a esta línea de investigación, el equipo lleva adelante un proyecto muy promisorio en colaboración con el Laboratorio de Biosensores Avanzados de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM): el desarrollo de un kit de diagnóstico rápido para la detección de la toxina. “Sería el mismo formato de un test de embarazo, donde a través de unas gotitas de orina y en pocos minutos se podría confirmar o descartar su presencia en pacientes”, explica Herlax. Hasta ahora, las científicas lograron sintetizar anticuerpos contra HlyA, y el paso siguiente será adherirlos a nanopartículas de oro que, en su presencia, se agregarían o amontonarían y cambiarían de color, generando precisamente una respuesta visible en la tira reactiva. Saber en etapas tempranas de la infección si la causante es una de estas cepas virulentas de E. coli es importante por su relación con patologías graves como una inflamación en los riñones llamada pielonefritis, meningitis o sepsis, es decir una infección generalizada en el organismo.
Las ventajas de contar en el futuro con una herramienta diagnóstica de este tipo están fuera de discusión, teniendo en cuenta que actualmente el método convencional de detección de la UTI es el urocultivo, una prueba que arroja resultados en un período no menor a cinco días y que no siempre permite conocer con precisión el microorganismo causante, un dato de gran importancia para decidir el antibiótico indicado. Además, en el caso de las embarazadas, las posibilidades de tratamiento son restringidas, dado que muchos de los medicamentos pueden alterar el desarrollo del bebé y por lo tanto no están permitidos durante la gestación. En paralelo, y pensando precisamente en opciones terapéuticas que puedan ser complementarias a las farmacológicas, el proyecto también incluye estudios para comprobar si los mismos anticuerpos contra HlyA son capaces de revertir el daño ya producido en las membranas fetales.
Si bien las expertas reconocen las dificultades de alcanzar un desarrollo de este tipo, aseguran que gracias al trabajo de investigación interdisciplinario con otros grupos cuentan con un gran potencial para lograr los objetivos planteados. “En general lo más complicado de introducir un método nuevo que suplante una práctica ya instalada, como en este caso el urocultivo, es que debe reunir una gran cantidad de condiciones ventajosas, como ser más rápido, sensible, fácil de usar y barato”, señala Pucci Molineris. En este sentido, además, ambas coinciden en la importancia de seguir estudiando y buscando soluciones para dolencias como las UTI que, “por el hecho de ser frecuentes, a veces quedan un poco olvidadas, pero precisamente por su prevalencia en la población y el aumento de las resistencias bacterianas es necesario atenderlas sin perder tiempo porque pueden llegar a ser un grave problema sanitario”.
Por Mercedes Benialgo
Sobre Investigación:
Vanesa S. Herlax. Investigadora independiente. INIBIOLP.
Melisa E. Pucci Molineris. Becaria posdoctoral. INIBIOLP.
Lucía Cané. Becaria doctoral. INIBIOLP.
Kenia Pérez Vázquez. INIBIOLP.
Mariana Farina. Investigadora independiente. CEFYBO.
Diego A. Pallarola. Investigador adjunto. INS, UNSAM.
Pablo Pelinski. Hospital Español de La Plata.