CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

AGGO: el observatorio del CONICET que asesora a la ONU sobre el comportamiento de la Tierra

Está emplazado en el Parque Pereyra Iraola. Con equipos ultra precisos aporta datos claves para la tecnología espacial y mediciones de los distintos procesos que tienen lugar en el planeta


Vista área del predio del AGGO. Foto: gentileza investigador.
Claudio Brunini. Foto: CONICET.

Se conoce como geodesia a la disciplina científica dedicada a monitorear los cambios en la Tierra, desde su forma, superficie, rotación y movimientos de las capas tectónicas, hasta aquellos que se dan en la atmósfera o relacionados con el campo gravitatorio del planeta. Entre sus terrenos de acción está la definición de determinadas pautas de referencia que sirven de base para la tecnología espacial y diversos sistemas que requieren una altísima exactitud como equipos de posicionamiento satelital, navegación, georreferenciación y, también, el establecimiento de escalas de tiempo. Su importancia per se, sumada a la creciente necesidad de generar servicios de ubicación geoespacial más precisos y de mejorar la cooperación internacional en relación a estas temáticas, llevó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a poner en marcha en 2015 un Marco de Referencia Global Geodésico (GGRF, por sus siglas en inglés), es decir un espacio orientado a generar consensos e intercambios de información.

Para la materialización del GGRF, la Asociación Internacional de Geodesia estableció el Sistema de Observación Geodésica Global (GGOS, por sus siglas en inglés), que coordina el trabajo de la red global de observatorios geodésicos fundamentales, del que forma parte el Observatorio Argentino Alemán de Geodesia (AGGO, CONICET-BKG). Ubicado muy cerca de La Plata, en el Parque Pereyra Iraola a pocos metros del Camino General Belgrano, a la altura del partido de Berazategui, el AGGO surgió en 2015 como una iniciativa conjunta entre el CONICET y la Agencia Federal de Cartografía y Geodesia (BKG, por sus siglas en alemán) de Alemania.

“El AGGO es un hecho científico, pero su importancia también tiene una dimensión política que se ve plasmada con su incorporación como miembro de este espacio ante la ONU. No son muy comunes estos esfuerzos mancomunados entre dos naciones que atraviesan distintas etapas de su desarrollo –una súper desarrollada como Alemania, y otra en vías de desarrollo como nuestro país– para montar un espacio como este: un observatorio geodésico de los más completos que existen en la actualidad, ubicado estratégicamente en el Hemisferio Sur, lo que lo convierte en una pieza clave para los principales sistemas de observación globales”, reflexiona Claudio Brunini, investigador principal del CONICET y director científico del AGGO.

Menos de cinco años después de su instalación y gracias a la tecnología de última generación con la que cuenta, el observatorio ya forma parte de un selecto grupo de radiotelescopios que aporta datos al Servicio Internacional de VBLI (sigla en inglés para Interferometría de Base Ancha Muy Larga), una red mundial que determina el posicionamiento exacto del planeta en el espacio, información clave para el control de los satélites por parte de las agencias espaciales. También se transformó recientemente en una de las cuatro instituciones científicas argentinas que aportan mediciones para el establecimiento de la hora mundial o Tiempo Universal Coordinado (UTC, por sus siglas en inglés), que se determina a partir de la combinación de los datos de poco más de un centenar de laboratorios distribuidos a nivel global y coordinados por el Departamento de Tiempo de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, por sus siglas en francés). Los otros tres entes de nuestro país son el Observatorio Naval Buenos Aires (ONBA); el Instituto Geográfico Nacional (IGN); y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). “Pero el AGGO es el mejor equipado de todos y los relojes atómicos de su Laboratorio de Tiempo son más de diez veces más precisos que los otros disponibles en el país”, apunta Brunini.

Para dar una idea de la importancia que las medidas de tiempo tienen en el campo de la ciencia y la tecnología, Brunini detalla: “El tiempo es la cantidad física mejor medida, con mayor exactitud en términos relativos, y sirve para establecer otras cantidades, por ejemplo el metro. El metro ya no es una barra material guardada en el BIPM, sino que se trata de una cantidad abstracta que se determina a partir del segundo definido por los relojes atómicos. Es decir, un metro equivale a la distancia que recorre la luz en una fracción determinada de tiempo atómico. La velocidad de la luz es de 300 mil kilómetros por hora, entonces un metro es una pequeñísima fracción de segundos. El patrón es el segundo”.

En ese sentido, y para graficar la precisión de los relojes atómicos, apunta: “En la geodesia global, la mayoría de las mediciones dependen de una determinación del tiempo ultra precisa. Un GPS, por ejemplo, mide el tiempo en que tarda en viajar la señal de radio desde el satélite al receptor, para luego transformarlo en distancia y en base a esos cálculos indicar una posición. Si una medición tuviera un error de un millonésimo de segundo, es decir un segundo dividido en un millón, el margen de error sería de 300 metros. En geodesia, las mediciones tienen un rango de error de pocos milímetros, lo que habla de una precisión alucinante”.

Hora oficial en entornos electrónicos

En 2019, el AGGO fue seleccionado para formar parte de un reducido grupo de servidores sincronizados que tienen la función de aportar la hora oficial argentina en entornos electrónicos, es decir aquella que rige como validación para la gestión digital, como la firma de documentos on line, transacciones bancarias, u otros actos que conllevan una responsabilidad civil o penal, y cuyo requerimiento más fuerte es la legalidad. “La Hora Oficial Argentina la fija el ONBA, pero esta otra, en el ámbito digital, no requiere una precisión científica muy extrema, es solo a efectos legales. Hasta ahora no se sabía bien de dónde salía la hora que marcaban nuestras computadoras o celulares. En la mayoría de los casos lo decidía el propio dispositivo, que se conectaba por defecto al servidor más cercano. Ahora, aquellas entidades que manejen documentos digitales con la necesidad de una hora validada deben direccionar sus equipos a este grupo de servidores primarios oficiales, entre los que se encuentra AGGO”, concluye Brunini.

Por Marcelo Gisande.

Sobre investigación:

Claudio Brunini. Investigador principal. CONICET.