CIG, CONICET-UNLP
Un geólogo del CONICET La Plata asesora a una localidad de la Patagonia en la construcción de un parque paleontológico
El predio está ubicado en la ciudad rionegrina de Comallo, famosa por el hallazgo en 1999 del cráneo fósil de una gigantesca ave carnívora que vivió hace 15 millones de años. La inauguración se planea para los próximos meses
La experiencia de un científico del CONICET La Plata se ha convertido en un aporte clave para el armado del Paleoparque Comallo, primer parque paleontológico de la provincia de Río Negro cuyos detalles se ultiman antes de la inauguración, prevista para mediados de 2023. Se trata de Manuel López, investigador del CONICET en el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET-UNLP), que viene aportando sus conocimientos en geología a los contenidos del proyecto desde sus inicios. Ahora, el vínculo se formalizó mediante la firma de un Convenio de Asistencia Técnica entre el organismo de ciencia y el gobierno de la mencionada ciudad gestionado a través de la Oficina de Vinculación Tecnológica (OVT) del CONICET La Plata.
“Realicé mi tesis doctoral sobre el estudio de una formación geológica llamada Collón Cura, correspondiente al Mioceno, un período que va desde hace 23 millones a 5 millones de años, que se extiende en gran parte de la Patagonia, incluida la localidad de Comallo”, relata López, y continúa: “Es una zona muy rica en fósiles de ese entonces y eso es lo que se quiere destacar en el paleoparque. A mí me contactaron por mi trayectoria de investigación en el tema”. El sitio, cuya construcción atraviesa la etapa final, abarca 1,5 hectáreas de la meseta rionegrina y se proyecta como un espacio al aire libre con dos senderos principales y una superficie cubierta que incluye un centro de interpretación y una sala audiovisual y de conferencias.
La principal característica del parque –y que lo distingue de otros puntos de turismo paleontológico del país, como por ejemplo Villa El Chocón, en Neuquén– es el período en el que se centra: los últimos 30 millones de años. “Es una historia mucho más reciente que la de los sitios que hacen foco en los dinosaurios”, explica López. Así, los recorridos exteriores contaran a través de distintas estaciones con ilustraciones y esculturas la evolución de los ambientes continentales y marinos o costeros en esta parte del planeta durante el lapso mencionado. Por su parte, las salas cubiertas expondrán conceptos básicos de la geología, como la tectónica de placas, y de la paleontología.
De acuerdo al experto, el área tiene una historia fosilífera y de evolución de organismos muy rica, asociada al surgimiento de la Cordillera de los Andes. “Este evento trajo aparejada una multiplicidad de alteraciones ambientales como la desertificación de la Patagonia y una gran actividad volcánica, y aquí se centra la mayor parte de mis aportes a los contenidos que el parque busca difundir”, relata López, quien desde un comienzo fue convocado para asesorar en cuanto a las características del ambiente a lo largo de las diferentes etapas que se narran, como así también para facilitar imágenes y otros materiales para la sala de interpretación.
Cabe recordar un antecedente que llevó la riqueza paleontológica de Comallo a las tapas de los medios: en 1999, un adolescente de 15 años encontró un cráneo fósil casi completo de un ave depredadora de entre 2 y 3 metros de altura y 150 kilos que vivió hace 15 millones de años. La especie fue bautizada a partir de ese ejemplar como Kelenken Guillermoi precisamente en honor a Guillermo Aguirrezabala, el jovencito aficionado que la halló, y hasta ahora se la considera el máximo exponente del grupo popularmente conocido como “aves del terror”. Actualmente técnico del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCOMA), Aguirrezabala ejerce también el rol de asesor científico del Paleoparque Comallo.