CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Ultiman detalles para la puesta en funcionamiento de una planta de tratamiento de agua en Pipinas

Permitirá producir hasta 20 mil litros libres de arsénico por día y de esa manera cubrir el consumo para bebida y cocción de 4 mil personas. En el proyecto trabajan investigadores e investigadoras del CONICET


La planta de tratamiento instalada en Pipinas. Fotos: gentileza investigador.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el arsénico es una de las sustancias químicas más preocupantes para la salud pública. Surgido naturalmente a partir de la disolución de materiales relacionados con erupciones volcánicas que se fueron depositando en el sedimento de acuíferos o napas, es precisamente uno de los principales contaminantes de agua subterránea, la única fuente para la obtención de ese recurso para el consumo humano en gran parte de la Argentina. La ingesta sostenida de agua con altas concentraciones de arsénico provoca una enfermedad denominada Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE) – caracterizada por lesiones en la piel y fallas en el funcionamiento hepático, renal y respiratorio– y puede tener efectos cancerígenos.

La presencia de arsénico en aguas subterráneas afecta a gran parte de la provincia de Buenos Aires, con distritos en los cuales se supera ampliamente el límite tolerable establecido por la OMS de 10 microgramos por litro o partes por billón (ppb). Es por ello que hace más de cinco años un equipo de profesionales del CONICET y las facultades de Ingeniería y Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) viene trabajando en el diseño de una planta de tratamiento de agua con el objetivo de remover esa sustancia y dejar listo el recurso natural para su consumo. Con una primera experiencia piloto en la localidad bonaerense de Castelli y una segunda etapa en Verónica, las y los expertas y expertos se encuentran ahora ultimando los detalles para la puesta en funcionamiento de una planta en Pipinas que permitiría resolver la problemática para unas 4 mil personas.

La planta fue montada hace unas seis semanas en instalaciones de la Cooperativa de Provisión de Electricidad y otros servicios públicos de Pipinas Ltda., que entre otras cosas abastece de agua a las y los habitantes de esa localidad, y viene funcionando de manera continua logrando producir unos 10 metros cúbicos, es decir 10 mil litros diarios de agua libre de arsénico o con niveles inferiores a los tolerables, y podría alcanzar hasta 20 mil litros por día trabajando al máximo de su potencial. “Esto permitirá resolver el problema del arsénico para mil familias tipo, esto es alrededor de 4 mil personas que tendrían cubiertas sus necesidades básicas de consumo para bebida y cocción”, cuenta Fernando García Einschlag, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA, CONICET-UNLP) y director del proyecto, y agrega: “La idea es montar un punto de acceso único al que la población se acerque para abastecerse, o bien que la cooperativa de Pipinas se encargue de envasar el agua tratada y distribuirla con el objetivo de que se destine exclusivamente para el consumo, dejando el agua que circula por la red para otros usos como riego, ducha o lavado de autos, por ejemplo”.

El funcionamiento de la planta se basa en un sistema de tanques y filtros: en un primer paso, el agua atraviesa una serie de columnas rellenas con lana de acero comercial –la misma que se utiliza en los hogares como elemento de limpieza– que se oxida por la acción del oxígeno disuelto en el agua, lo que genera un tipo de hierro conocido como hierro ferroso. “El hierro en estado ferroso no tiene gran capacidad de ligarse químicamente al arsénico, pero sí se oxida con mucha facilidad en presencia de oxidantes como el oxígeno o el cloro, y al oxidarse pasa a su estado férrico, que sí captura al arsénico con una alta eficiencia. Entonces lo que nosotros hacemos es generar una segunda oxidación, a partir de la cual obtener hierro férrico”, cuenta el investigador. Cumplido ese paso, las partículas de hierro férrico generadas capturan el arsénico y luego son pasadas por un sistema de doble filtro que las retiene, quedando como resultado final el agua tratada con concentraciones tanto de hierro como de arsénico por debajo de los niveles máximos recomendados.

“Una de las ventajas del método es que prácticamente no se altera la capacidad fisicoquímica del agua. Tenemos un leve aumento del hierro, pero que está muy por debajo del nivel máximo establecido por el Código Alimentario Argentino, así que esto no implica ningún riesgo para la salud ni altera el sabor, y el arsénico nos da en el nivel mínimo definido por la OMS, o en algunos casos directamente no es detectado”, subraya.

“La parte más problemática del proceso es la remoción de las partículas de hierro, pero las etapas de pruebas en Castelli y Verónica nos permitieron perfeccionar el método y, para la puesta en marcha en Pipinas, la cooperativa local compró los filtros necesarios para retenerlas. Ahora vamos a continuar las pruebas durante los próximos dos meses, evaluando los costos e insumos necesarios para enfrentar los distintos escenarios que puedan darse ante las variaciones que suele tener el agua de pozo y, si bien somos cautelosos, también somos optimistas y esperamos que en muy poco tiempo la comunidad local pueda acceder al agua libre de arsénico”, remarca García Einschlag.

“No se trata solo de una cuestión académica o científica, sino que lo importante aquí es el feedback con la comunidad, ya que esto se trata de resolverle el problema a la gente. Y aquí se debe resaltar el trabajo que venimos realizando con las cooperativas de Castelli, Verónica y Pipinas, y el compromiso que asumieron, porque en definitiva son las que finalmente tendrán la responsabilidad de hacer funcionar el sistema”, apunta.

Cabe destacar que a mediados de 2021 el proyecto fue seleccionado por los ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT) y de Desarrollo Social, y el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales en el marco de la convocatoria “Ciencia y Tecnología contra el Hambre” como una de las propuestas a financiar para buscar soluciones tendientes a mejorar el acceso a la alimentación y al agua segura, y la idea del equipo es poder adecuar la planta para que, en el futuro, pueda servir para la remoción de otros contaminantes.

Por Marcelo Gisande.

Sobre investigación:

Fernando García Einschlag. Investigador principal. INIFTA. Profesor titular en FCEx, UNLP.

Eliana Berardozzi. Becaria posdoctoral. Docente en Facultad de Ingeniería, UNLP.

Cecilia Lucino. Investigadora en UIDET Hidromecámica y Profesora asociada en Facultad de Ingeniería, UNLP.

Tatiana Arturi. Investigadora y docente en Facultad de Ingeniería, UNLP.

Bernardo Mackinson. Estudiante. Facultad de Ingeniería, UNLP.

Paula Etcheverry. Estudiante. Facultad de Ingeniería, UNLP.

Romina Dorado. Estudiante. Facultad de Ingeniería, UNLP. Pasante en la Cooperativa de Provisión de Electricidad y otros servicios públicos de Pipinas Ltda. Personal técnico de la UIDET Hidromecánica, Facultad de Ingeniería, UNLP.