El Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR, CONICET-CICPBA) vuelve a ser noticia gracias a una novedad científica reportada días atrás en la revista Astronomy & Astrophysics que da cuenta de una serie de complejas observaciones astronómicas logradas gracias a la reparación, acondicionamiento, actualización y puesta en valor de dos telescopios de 30 metros de diámetro ubicados en el predio del Parque Pereyra Iraola donde funciona.
“Lo más destacable es que por primera vez se logró observar desde el Hemisferio Sur unos fenómenos llamados púlsares, que son estrellas de neutrones muy compactas que dan vueltas sobre sí mismas a velocidades extremas y en cada revolución emiten radiación electromagnética. Tienen la masa del Sol pero concentrada en un tamaño muchísimo menor: unos 10 kilómetros de radio, y giran alrededor de mil veces por segundo”, relata Gustavo Romero, investigador del CONICET y director del IAR.
La importancia de localizar los púlsares radica en que permiten detectar ondas gravitacionales, perturbaciones del espacio-tiempo provocadas por la aceleración de un cuerpo masivo. Predichas por Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad (1905), su existencia fue constatada experimentalmente en 2015 en un trabajo liderado por tres científicos estadounidenses a los que dicha hazaña les valió el Premio Nobel en Física dos años más tarde.
“La relación entre ambos fenómenos es que, cuando una de estas ondas pasa cerca de un púlsar, éste cambia ligeramente su periodicidad, es decir que gira a un poquito más de mil veces por segundo, y esa variación de los intervalos es detectada por la exquisita precisión que logramos incorporar al instrumental del IAR”, agrega Romero en referencia a los dos radiotelescopios reparados tras casi dos décadas en desuso.
Fue en los últimos dos años que, gracias a un convenio con el Instituto Tecnológico de Rochester (RIT, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, el IAR logró mejorar la electrónica de los aparatos, colocar nuevos receptores en las antenas y sincronizar el sistema de observación y toma de datos con la señal del reloj atómico perteneciente al Observatorio Argentino Alemán de Geodesia (AGGO, CONICET-BKG), un instituto que funciona a escasos metros de allí. Esta innovación fue celebrada en septiembre pasado con el bautismo de los telescopios en honor a dos destacados investigadores.
La precisión alcanzada pone al instrumental a la altura de otros doce telescopios con capacidad de observar púlsares que existen en el Hemisferio Norte, logrando por primera vez la obtención de ese tipo de mediciones en esta parte del planeta, lo cual de por sí es una gran proeza científica teniendo en cuenta que aporta a la región una nueva facilidad astronómica competitiva internacionalmente.
Además de esta novedad, el artículo científico también describe otros dos fenómenos cuya detección fue posible gracias a la optimización de la tecnología de las antenas: un magnetar, que es una variedad de púlsar cuya explosión provoca un potente campo gravitacional; y otro objeto famoso llamado Púlsar de Vela, que regularmente cambia su periodicidad de rotación a causa del “reacomodamiento” que sufre en su corteza.