En la yerba, en la ropa, en los celulares, en la pasta de dientes: la ciencia está en todo. En tu día. En tu vida. Porque los científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), cada uno desde su disciplina –Ciencias Sociales y Humanidades, Ciencias Exactas Naturales, Ciencias Biológicas y de la Salud, Ciencias Agrarias, de Ingeniería y de Materiales, Tecnología-, hacen ciencia –pura o aplicada- con el mismo objetivo de fondo: mejorar la calidad de vida de los argentinos. Ese es el norte que se propuso el CONICET cuando fue creado, un 5 de febrero de 1958, y que se mantiene, casi seis décadas después.
“El verdadero hombre de ciencia –dijo Bernardo Houssay, fundador del CONICET- es quien se dedica a ella en forma exclusiva y preponderante, para investigar verdades nuevas y no el simple erudito que repite o transmite lo ya conocido, ya que la ciencia vive y progresa por la investigación”. ¿Quién fue Houssay? En 1947, por descubrir el significado del metabolismo de hidratos de carbono en relación con el lóbulo anterior de la hipófisis -que derivaría en avances para la cura de la diabetes- obtuvo el Nobel de Fisiología y Medicina. Casi diez años después de recibir la distinción, se convertiría en el primer presidente del CONICET, ente autárquico creado por decreto (1291) para promover la investigación científica y tecnológica del país. El norte de la institución sería, de allí en adelante, brindar a estudiantes e investigadores la oportunidad de realizar una carrera científica y estudios de posgrado.
En sus casi sesenta años de existencia a partir del puntapié de Houssay, el organismo creció de manera exponencial: ya cuenta con más de 10 mil investigadores, 11 mil becarios de doctorado y postdoctorado, 2600 técnicos y miembros de la Carrera de Personal de Apoyo a la investigación y 1555 administrativos, distribuidos a lo largo del país en sus 15 Centros Científicos Tecnológicos, 11 Centros de Investigación y Transferencia, 1 Centro de Investigación Multidisciplinaria y más de 240 institutos y centros de doble y triple dependencia con universidades nacionales.
Hoy, además, el CONICET se ubica en el puesto noventa y cinco dentro de las cien instituciones con mayor cantidad y calidad de publicaciones científicas del mundo, según un ranking elaborado por la plataforma de evaluación de alcance mundial SCImago, que todos los años mide el desempeño de los centros de investigación. La edición 2016 de este ranking, además, colocó al CONICET como la mejor institución argentina y la segunda mejor latinoamericana en materia de investigación científica.
“No deseo –dijo Houssay, en su momento- estatuas, placas, premios, calles o institutos cuando muera. Mis esperanzas son otras. Deseo que mi país contribuya al adelanto científico y cultural del mundo científico actual. Que tenga artistas, pensadores y científicos que enriquezcan nuestra cultura y cuya obra sea beneficiosa para nuestro país, nuestros compatriotas y toda la especie humana”. En esa senda seguimos los que formamos parte del CONICET. Y lo reafirmamos en un nuevo aniversario del organismo.