CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Nuevas iniciativas de divulgación contra el dengue

Científicos del CONICET extienden su conocimiento sobre distintos aspectos del tema a través de herramientas al alcance de toda la comunidad


Las herramientas de divulgación generadas por los investigadores. Foto: CONICET Fotografía
Las herramientas de divulgación generadas por los investigadores. Foto: CONICET Fotografía
Las herramientas de divulgación generadas por los investigadores. Foto: CONICET Fotografía
Las herramientas de divulgación generadas por los investigadores. Foto: CONICET Fotografía

La problemática del dengue ha despertado la preocupación y el interés de gran parte de la sociedad, más allá de quienes trabajan específicamente en el área de la salud. Es el caso de dos científicos del CONICET que, inquietados por el tratamiento mediático que recibió el tema especialmente durante la epidemia de principios de año, sintieron el compromiso de hacer un aporte desde el conocimiento experto para generar información de calidad.

Fernando Garelli, becario post doctoral en el Instituto de Física de Líquidos y Sistemas Biológicos (IFLYSIB, CONICET-UNLP), y Hernán Solari, investigador principal en el Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA, CONICET-UBA), dedican buena parte de su tiempo y esfuerzo a hacer divulgación científica sobre el tema. Una cartilla informativa y un sitio web son las herramientas que cada uno encontró para acercarse a la comunidad e invitarla a participar de manera activa.

Más allá de la biomedicina

“El dengue, como así también el zika y chikungunya, son problemáticas de salud complejas y multidimensionales que tienen aristas políticas, económicas y socioculturales”, señala Garelli, integrante del Grupo de Didáctica de las Ciencias (GCD) del IFLYSIB, desde donde se diseñó un material didáctico sobre estas enfermedades que busca involucrar al conjunto de la sociedad. Entre otras cuestiones, durante su doctorado estudió el modo de vida de Aedes aegypti, el mosquito transmisor, y abordó posteriormente el tema desde una perspectiva educativa, en la que actualmente se concentra.

“Durante la explosión mediática del dengue detectamos, por un lado, un tratamiento periodístico inadecuado que contribuía fuertemente a crear alarma y confusión; y por otro, que los materiales institucionales lanzados desde los ministerios tenían un enfoque casi puramente biomédico”, relata Garelli, y continúa: “Ahí vimos la necesidad de crear algún documento propio, con reflexiones e información que surgieran de nuestra experiencia científica y personal, como miembros de la comunidad”.

Así, a comienzos de año el GCD planificó talleres de formación docente que se dictaron en La Plata y Luján, como así también en la capital misionera, Posadas. ` ¿Todos los mosquitos transmiten dengue?´ o `Si te pica dos veces, ¿te morís?´ fueron algunas de las preguntas más escuchadas, y le sirvieron a los especialistas “como punto de partida para ahondar más allá del discurso instalado”, precisa el experto.

En ese sentido, Garelli enfatiza que “conocer la biología del mosquito y los síntomas de las dolencias nos parece fundamental, pero no puede ser lo único que se diga; es necesario un cambio de enfoque”. Distintos trabajos de campo le mostraron al grupo que la descacharrización no es suficiente para terminar con el problema, porque “las situaciones varían en cada barrio, entonces las soluciones tienen que ser colectivas pero situadas localmente”, argumenta.

“En la localidad formoseña de Clorinda, por ejemplo, alrededor del 70 por ciento de los mosquitos se cría en grandes tanques de agua que la gente junta porque la red potable funciona muy mal. Aquí no sirve la recomendación de limpiar los tachos de las mascotas. Hace falta que se tomen decisiones políticas estructurales”, describe. Con la mención de éste y otros casos concretos, más datos estadísticos y propuestas de acción, la cartilla informativa está disponible para descargarse gratuitamente aquí.

Enfermedad del ambiente

El caso de Hernán Solari también involucra a un grupo de personas provenientes de distintas disciplinas que, más allá del trabajo de investigación que los reúne, coinciden en la preocupación por los mitos y las ideas que circulan sobre la enfermedad. La opción que encontraron para contribuir con divulgación científica responsable fue un sitio web que actualizan con artículos y reflexiones propias, siempre bajo el precepto de ir “desde el problema hacia las posibles soluciones, y no –como suele suceder en ciencia- al revés, es decir pensando qué cuestiones se pueden resolver con el conocimiento que tengo”, precisa el experto.

“Tratamos de persuadir a quien quiera escuchar de que el dengue es una enfermedad del ambiente, producto de la manera en que estamos viviendo y desarrollando nuestras urbanizaciones, ofreciéndole al mosquito una enorme cantidad de sitios de cría”, señala Solari, una de cuyas tareas como investigador consiste en la elaboración de modelados matemáticos en enfermedades mediadas por A.aegypti, y que lo obliga a trabajar codo a codo con biólogos e incluir sus métodos de laboratorio y experiencias de campo.

“Como todas las enfermedades transmitidas por un vector, el dengue tiene muchos componentes sociales: se ve influido por el sistema urbano, los usos del agua, la edificación; factores que a su vez están insertos en un determinado contexto histórico”, explica el investigador, y continúa: “Desde la matemática, integramos en un único lenguaje los aportes de todas las disciplinas que lo estudian. Yo suelo decir que ponemos en tensión el conocimiento, porque cuando tenemos el esquema armado aparecen las diferencias, los errores, los datos forzados”.

¿Y cómo puede un modelo matemático representar una enfermedad? “Lo que tenemos –explica Solari- son eventos que ocurren en el tiempo: el mosquito pica a una persona que tiene el virus, se infecta, desarrolla la capacidad de transmitir la enfermedad, pica a alguien más, que a su vez atravesará un período de incubación. En el medio también pasan cosas: el insecto se puede morir, por ejemplo”. Lo que el grupo simula son las probabilidades de que cada una de esas circunstancias ocurra –o no- y las combinaciones entre sí. De esa manera es posible visualizar el progreso de las epidemias.

A. aegypti  es un vector comprobado de al menos 102 virus, la mayoría de los cuales todavía no pasaron de los monos a los humanos pero esperan su oportunidad para hacerlo. La dificultad reside en que tienen que atravesar varios cambios”, describe el investigador.

“Específicamente en el caso del dengue, se suele hablar de cuatro cepas y afirmar que la infección con una segunda cepa aumenta la probabilidad de cursar la forma hemorrágica, pero la relación entre el sistema inmunológico, el genotipo del virus y la sintomatología del enfermo no está bien entendida aún y no es prudente aferrarse a estas afirmaciones”, apunta Solari, que comparte esta iniciativa de divulgación con personal del Grupo de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Por Mercedes Benialgo