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CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES
Azul índigo: el color que eligió Manuel Belgrano para una de sus primeras banderas
Expertos del CONICET analizaron la composición química del pabellón patrio que se conserva en Bolivia y determinaron el origen del colorante usado
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Investigadores del CONICET en el Centro de Química Inorgánica “Dr. Pedro J. Aymonino” (CEQUINOR, CONICET-UNLP-asociado a CICPBA) lograron determinar el color original de la denominada Bandera de Macha, una de las dos que dejó ocultas en el actual territorio de Bolivia el Ejército Auxiliar del Alto Perú al mando del general Manuel Belgrano luego de las derrotas en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma de 1813. Los resultados de los estudios espectroscópicos y químicos se publican en la revista ACS Omega y concluyen que el pabellón que se conserva hoy en la Casa de la Libertad de la ciudad boliviana de Sucre –junto a los restos de Juana Azurduy– tenía dos franjas horizontales blancas y una central de color azul índigo. El trabajo se encuadra en la nueva rama denominada espectrohistoria, que ayuda a desentrañar controversias de carácter histórico en base al rigor científico, y cuenta con un antecedente reciente cuando en 2017 el mismo equipo de expertos en colaboración con colegas de Brasil pudo establecer que la bandera ordenada en 1814 por Bernabé Aráoz, primer gobernador intendente de Tucumán y síndico del Templo de San Francisco de esa provincia, era blanca y azul de ultramar.
La historia relata que, respaldado por las victorias que había obtenido frente a las tropas realistas en las batallas de Tucumán y Salta en septiembre de 1812 y febrero de 1813 respectivamente, el Ejército de Belgrano emprendió camino hacia Potosí. Un año antes, a orillas del Río Paraná, el por entonces jefe del Regimiento de Patricios había enarbolado por primera vez la bandera argentina, a la que luego juraría fidelidad en Salta, a los márgenes del Río Pasaje (hoy denominado Juramento por ese singular acontecimiento).
En la retirada tras las derrotas en Vilcapugio y Ayohuma, Belgrano le indicó al coronel Cornelio Zelaya que oculte las dos banderas que portaban para evitar que caigan en manos enemigas. Así, fueron guardadas con la colaboración del párroco local Juan de Dios Aranibar en una capilla del paraje Titiri, a 4.350 metros sobre el nivel del mar, cerca de Macha. Setenta años después, en 1883, fueron halladas: una, la de Macha, y la otra –se la conoce como la Bandera de Ayohuma– que está actualmente en el Museo Histórico Nacional ubicado en Buenos Aires.
“Este trabajo se enlaza con el estudio anterior sobre la bandera de Tucumán. Con esos resultados y sabiendo que la bandera preservada más antigua estaba en Sucre, comenzamos con las formalidades necesarias en la embajada de Bolivia para conseguir un fragmento que nos permitiera estudiarla. En 2018 viajamos a esa ciudad y obtuvimos unas pequeñas hebras que permanecían en los paños donde se la conservó en la Iglesia de Titiri”, cuenta Carlos Della Védova, investigador superior del CONICET, director del CEQUINOR y primer autor del trabajo.
“Nosotros teníamos algunas ideas iniciales respecto de cuáles podían ser los posibles colorantes con los que se había teñido la bandera, tomando en cuenta aquellos que eran más accesibles de conseguir en aquella época. De todas formas, lo que pudimos establecer es independiente de ese tipo de prejuicios. Fueron determinaciones científicas que precisaron la clase de planta de la que se extrajo el colorante. Podríamos haber encontrado pigmentos actuales y eso nos hubiera dado la pauta de que se intervino la tela para conservarla, por ejemplo”, comenta la también autora del estudio Rosana Romano, investigadora principal del CONICET y vicedirectora del CEQUINOR.
Para el estudio de las hebras obtenidas, los expertos recurrieron a distintas metodologías que permitieron dar la pauta de color, composición y tipo de tela. “Uno de los problemas para determinar el colorante empleado es que la bandera no tiene actualmente su color original, como pasa con cualquier tela añeja. En este caso más aún porque hablamos de una que tiene más de 200 años”, apunta Romano. “Entonces tuvimos que combinar técnicas y equipamiento, desde lo más sencillo como análisis químicos hasta fluorescencia de rayos X y espectroscopía Raman”, explica.
“Con estos análisis pudimos establecer que para teñirla se utilizó el índigo, un colorante natural. Dentro de él existe una relación de indigotina –un pigmento azul que se produce de forma natural en la savia de la planta Isatis tinctoria, de la que se lo extrajo– e indirubina, un compuesto químico que surge como subproducto del metabolismo bacteriano de la planta. Se sabe que la proporción de indigotina es mayor en los textiles coloreados europeos que extraen su colorante de la I. tinctoria. Esto significa que el índigo empleado proviene de la I. tinctoria originaria de Europa y no de Sudamérica o de India. Todo esto lleva a afirmar que el paño con el que se confeccionó la bandera ingresó por el puerto de Buenos Aires”, resalta Della Védova, y amplía: “Además del color, validamos que es de seda, estudiamos el diámetro de la hebra –es de 12 micrometros, lo que se corresponde con el valor de la seda–, y por el entramado observamos que se trata del tipo de tejido conocido por su confección como tafetán”.
A diferencia de la bandera de Tucumán, sobre la que los expertos del CEQUINOR habían hallado elementos químicos que daban cuenta o bien de un proceso artificial para hacer más pesada la seda o de tratamientos posteriores a su confección a efectos de conservarla, la seda del pabellón de Macha no presenta signos de alteración y sólo tiene restos de polvo por encima de su composición original.
Menos de medio gramo en mil litros de agua
El paso del tiempo hizo que la bandera pierda su apariencia original y su estado de conservación vuelve muy compleja la determinación del color actual a simple vista. ¿Por qué, por ejemplo, a la bandera de Tucumán se la ve verde? “Por el efecto que se va generando a partir de la fotoevolución de los componentes de la seda, es decir su contacto con la luz da origen a sustancias amarillentas, y al mezclarse con el azul original la tela se va tornando verde”, explica el investigador. ¿Cuánto queda de azul índigo en el paño de la bandera de Macha? “La concentración actual del colorante está en una proporción similar a 0,4 gramos en un tanque de mil litros de agua. Significa una concentración muy pequeña que sólo puede ser hallada gracias a la sensibilidad del equipamiento empleado. El espectrómetro nos proyecta una foto exacta del color original, más allá de que ahora se encuentre diluido y atenuado”, cierra.
El 27 de febrero de 1812 Belgrano izó por primera vez nuestro pabellón patrio a orillas del Río Paraná. Meses después, ya en 1813, partió hacia Vilcapugio y Ayohuma. “Podemos aseverar que los paños debieron ingresar por el puerto de Buenos Aires, porque el colorante empleado no corresponde al que podría provenir del Alto Perú. Por su importante tamaño –alrededor de 2 metros– no se trataba de un gallardete o bandera de guerra sino que se empleaba en actos o ceremonias importantes. Esto abona la idea que expresan algunos historiadores de que la Bandera de Macha bien podría ser la primera, aquella que se izó a orillas del Río Paraná, en la actual Rosario”, resalta Della Védova.
Por Marcelo Gisande.
Sobre investigación:
Carlos O. Della Védova. Investigador superior. CEQUINOR.
Rosana M. Romano. Investigadora principal. CEQUINOR.
A. Lorena Picone. Investigadora adjunta. CEQUINOR.